viernes, 26 de febrero de 2010

Centro de atención al cliente

A nadie nos gusta que nos hagan esperar, cuando sucede, y no hablamos de unos cuantos minutos, si no de horas, es donde el punto de desesperación comienza a tornar forma y da paso a la rabia, luego al aburrimiento y por ultimo al cansancio infinitamente insoportable, esto se acrecienta cuando estas parado por tres largas e interminables horas en el centro de Lima, con sol sobre tu rostro descascarándolo más de lo adecuado y el sudor salado recorriendo tu frente. Escribo todo esto porque hace, aproximadamente un mes adquirí un chip nuevo, ya que el anterior se descompuso por razones que no se ni me interesa averiguar.

El día comenzó tranquilo, había descansado muy bien – sin pesadillas que me acosaran- , me bañe, orine en la ducha, como todos ¿creo?, me vestí con el “veintiunico” short que tengo y un polito liguero, ya que el sol comenzaba a calentar y achicharrar cabezas muy temprano, salí de casa, no sin antes comprar mi peru23, y tomar un baso de maca y dos panes con queso en la esquina, con prisa ya que acudía al encuentro con mi madre y hermana, en el tradicional Jirón de la Unión. Todo estaba premeditado, saldría , saludaría a mi madre con un beso, molestaría a mi hermana con el tema de su peso –cerdita- , y las dejaría recorrer los centros comerciales mientras, yo, adquiría un chip nuevo para mi celular, que alivio dos días incomunicado, que tormento, llega un punto de nuestras existencias en que dependemos de algún objeto electrónico, en mi caso y como el de muchos es el celular… bueno, camine unas cuantas cuadras, y ay estaba el “centro de atención al cliente de OSCURO”, según mis planes permanecería no más de quince minutos en el lugar, la cola era regular, de diez personas,¡perfecto¡ ,me dije, mientras una señora de esas que saben tanto de celulares como de energía nuclear, intentaba llamar a su hija y gritaba como loca por la bocina, como si esta no funcionara, y colocaba su mano junto a la boca y el cel, creyendo así que el sonido se aislaría y la persona que esta del otro lado la oiría mejor, pero no , mamis del Perú, eso no funciona, solo hable fuerte y claro, no grite , sobre todo si esta cerca de un joven que daría todo porque te calles , pero solo sonríe, ya que no puede escupirle en la cara, al menos no en la vida real.

Lo extraño de todo esto, es que la cola no avanzaba y yo requería ese chip, comencé a tomar una postura incomoda de esas que por más que te acomodes nunca estas tranquilo, mientras turnaba el tiempo en estirar el cuello y ver por la gran ventada el interior del local, contaba infinidad de veces a las personas delante mió como si así, lograría hacer que las atendieran, y poder seguir yoooooooo, sin querer, el tiempo transcurrió por dos horas, mi madre y hermana ya estaban de regreso con algunas bolsas de ropa y zapatos, mi hermana como siempre en ese tono un tanto sarcástico y molesto dijo:

-pensé que ya te habías ido, asuuu, falta un huevo de gente mejor quitémonos

- no¡¡¡ – replique yo- es que atienden muy lento

- esperaremos pues – me respondió -

Sigamos, por fin, después de tres infinitas horas entre al local y me atendieron de los mas lindo, era de esperarse todos los que entrábamos al local mostrábamos un rostro molesto, por la espera, adquirí mi chip y arranque lo mas rápido que pude,

Mientras caminaba veía más gente llegar, reía, porque ya eran las cinco de la tarde y cerraban a las seis y media, y si yo tuve que esperar por tres horas con una cola de solo diez personas, que les aguardaba a ellos con tanta gente, como pidiendo pan en épocas del primer gobierno de Alan.

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